La sana relación con la comida se aprende en la niñez

La tendencia de obesidad no es exclusiva de los adultos. Esta tendencia alarmante se hace presente en los más niños, que han duplicado el porcentaje de 12 a 24% entre 1997 y 2018. Una de las razones es el consumo diario de jugos, bebidas, chocolates o galletas. Se han hecho esfuerzos para que “la tía/tío” del quiosco ofrezca frutas y verduras en el colegio, pero la tentación por las colaciones procesadas siempre tiene las de ganar en este grupo etáreo. 

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Según la UNICEF, un 35% de los escolares chilenos tiene sobrepeso u obesidad. Estas cifras pueden estar empeorando con las sucesivas cuarentenas que estamos viviendo mes a mes. Ya no es raro ver niños de 7 o 9 años con colesterol y presión elevadas. 

En esta tarea juegan un rol crucial los padres, que son el reflejo de lo que los niños imitan. Por lo pronto, es importante inculcar hábitos saludables desde pequeños, partiendo por preferir la leche materna lo más que se pueda. 

A medida que crecen la recomendación es a retrasar el consumo de sal y azúcar. Asimismo, es importante que vayan relacionándose sanamente con la comida, entendiendo la diferencia de los alimentos nutritivos con aquellos que no lo son tanto. Es mala idea asociar la comida como tranquilizador ni usarla como entretención para momentos de aburrimiento. 

Además, los padres deberían incentivar el deporte, comer en familia cuando se puede, y alejar las pantallas de la mesa, ya que la falta de atención no permite que el cerebro entienda que ya comió. Otros hábitos aconsejables son que los niños gasten sus energías y practiquen algún deporte. 

Por último, los niños deben dormir bien, dado que así se mantendrán bien los ciclos sueño-vigilia y las hormonas permitirán que crezca correctamente, pero también son parte de la regulación del hambre y la saciedad. 



Fuente: El Mercurio, febrero 2021. 

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